Candelaria López
Pablo J. Rico Lacasa habla de arte y lo hace como lo que es: un adicto, un “enfermo crónico” de arte como él mismo se define. No obstante, y convencido de que en el mal está la cura, cual “homeópata” receta al arte producido en Oaxaca (y en consecuencia a sus hacedores) la construcción de una identidad propia, actual. ¿Para qué? “Para lograr la consolidación y mirar hacia el futuro”.
Y es que, en opinión del afamado curador e historiador español de arte, aunque sí puede hablarse de la existencia de una identidad, ésta es representativa del arte oaxaqueño histórico o de una cierta historicidad reciente, no así a la realidad.
Por ello, y pese a reconocer la marcada influencia de artistas como Rufino Tamayo, Rodolfo Morales o Francisco Toledo en las nuevas generaciones, llama a esa comunidad artística que ha decidido apartarse del común —y que hoy por hoy gesta el arte contemporáneo en Oaxaca—, “a ordenar las cosas, a buscar complicidades y a construir una visión más allá de lo local”.
“Es decir, a plantear la necesidad de crear una identidad propia del arte en Oaxaca hoy, no del arte oaxaqueño en el sentido nacionalista, aquél donde no existan diferencias entre haber nacido aquí o allá o en hacer esto o lo otro, sino en crear juntos una realidad oaxaqueña manteniendo las diferencias y las acciones de cada uno”, subraya.
Atrás, la memoria histórica
No obstante y, consciente de que esas confrontaciones son una realidad, advierte que de no superarlo, Oaxaca vivirá de la memoria histórica (Tamayo, Toledo) “y no se trata de eso. Hay que ser mucho más generosos y positivos y saber que en este tiempo la globalidad ha diluido las identidades locales, nacionales y que hay encontrar nuevas identidades desde nuestra propia realidad, no desde una realidad histórica”.
¿Por qué no ha podido florecer esa identidad?, quien ha fungido como curador de arte en bienales como la de Sao Paolo o Venecia, no alcanza a comprenderlo cuando asegura que la entidad cuenta con las condiciones para hacerlo.
La primera de ellas, precisa, es que ésta es una ciudad que tiene tanta visibilidad cultural y artística a nivel nacional e internacional, puesto que se le identifica con arte, patrimonio y cultura.
Enseguida, la resalta como un lugar cosmopolita, donde confluye gente relacionada con la cultura en sus diferentes ámbitos.
Luego, alude al conjunto de artistas que residen en Etla, y que juntos, crean una comunidad artística (ya sea en pintura, fotografía, video, cerámica o tejido) cuya obra tiene una validez suficiente como para poder estar en cualquier tipo de exposición de nivel medio o alto ya sea en México o el extranjero.
Así, tras minimizar el hecho de que ese arte esté siendo creado por americanos, regios, italianos o mexicanos, observa la presencia de una red extraordinaria de artistas.
Finalmente, Rico Lacasa, se refiere a la existencia en Oaxaca de espacios constituidos para la promoción y difusión del arte (galerías, espacios alternativos). “Es decir, no hay que crearlos, aquí están”.
Referentes
Y por otro lado, destaca la presencia de Francisco Toledo o Demián Flores como personas que son referenciales en el contexto del arte nacional o internacional. “Entonces no entiendo por qué no sale todo eso para constituir esa nueva realidad del arte en Oaxaca”.
Y si hay ‘tapones’, dice, al artista debe darle lo mismo que sean personas o instituciones o modos de ser “hay que saltárselos e ir de otra manera, olvidarse de esta crisis, dejarlo aparte y no mirar a ese lado porque se convierte en un distractor”.
Entonces, señala, la reflexión que tenemos que hacer es que en este mundo globalizado ya se han diluido las llamadas identidades nacionales fruto del origen, del lugar, de pertenecer a tal o cual lugar.
“Hoy estamos en una época en donde lo que se intenta es construir nuevas identidades porque ningún pueblo, colectivo, sin identidad, sin símbolos, de ahí la necesidad de construir otra identidad, y al mismo tiempo, los símbolos de esa identidad propia para ser visibles hacia los demás”, apunta.
Empero, refiere que para conocer que hay un arte en Oaxaca —no un arte oaxaqueño—, hay que definir claramente qué somos y qué queremos ser, qué es nuestra identidad y qué es nuestra identidad frente a los demás.
“Y si a Oaxaca le cuesta alejarse de esa identidad histórica, son los artistas que no son de aquí quienes tendrán que crear su propia identidad y el la medida en que lo hagan, serán identificados desde afuera y ello nos permitirá conocer sus valores —que los tienen— y por tanto, los vamos a poder proyectar en un mercado y en un mundo global”, concluye.